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Douglas González: los marcianos somos nosotros

Por: Douglas González
Crónica Urgente: Diariolacalle.com

El descubrimiento de la Tierra como el mundo habitable en el que llegaron desconocidas civilizaciones extraterrestres y lo colonizaron, en el afán por hacer prevalecer su especie por los infinitos puntos cardinales del Universo, hasta hace pocos años éste era uno de los grandes mitos que llenó las páginas de las historias de ciencia ficción.

Superman
Superman quizás sea el personaje más conocido de la saga, a simple vista es un hombre común. Sin embargo, bajo su identidad de ciudadano rutinario, se esconde un extraterrestre dotado de superpoderes. Superman es un sobreviviente de Kripton, un planeta con una raza de superhombres, que siendo un niño es enviado a la Tierra por sus padres en una pequeña nave para que sobreviva y logre preservar su raza, en los momentos en que su planeta sucumbía a la destrucción.

Al crear este personaje en 1933 Jerry Siegel y Joe Shuster, ignoraban que seguían una tradición de los mitos milenarios de los dioses que bajaban del cielo descritos en los testimonios de antiguas civilizaciones. Para los adeptos a Jung, y sus infinitas redes del inconsciente colectivo, las mentes de estos creadores se habrían conectado con una especie de memoria ancestral, que reúne todos los aspectos que convergen en la parte oculta, profunda y más insospechada de nuestra mente, y que vincula a todos los seres humanos, e incluso, involucra al medio ambiente, gravita en la atmósfera, y más allá porque es descrito como un campo energético que enlaza todo lo existente.

Jung
Según Jung, hay una serie de experiencias psíquicas, imaginarios y símbolos, cuya existencia no viene dada por los aprendizajes adquiridos, sino que se trata de experiencias que compartimos todos los seres humanos, independientemente de nuestras historias de vida, desde el origen del hombre.

Quizás tanto el postulado del eterno retorno nietzscheano como el mito de Sísifo, pudieran entrecruzarse para explicar el devenir de una humanidad condenada –tras los actos fallidos de su existencia- a repetir el acto inaugural de la vida, hasta la eternidad, por propiciar la destrucción repetitiva de sus diferentes mundos. Quizás seamos los únicos pobladores del Universo diseminados por todos lados y los extraterrestres seamos nosotros mismos, que a través de distintas etapas de nuestra existencia, hemos ido atravesando galaxias, buscando nuevos mundos habitables, y en cada una hemos ido dejando las huellas de nuestra infatigable hecatombe humana.

Phillip K. Dick
Hay una narración de Phillip K. Dick, titulada “Equipo de Exploración”, que narra la historia de un grupo elite del ejército, cuya misión es encontrar un planeta alterno donde pueda desarrollarse la vida humana, momentos finales de la posibilidad de vida en la Tierra marcha contra reloj bajo la sombra de un final apocalíptico, que se acerca cada segundo tras llevar treinta años de guerra continúa las superpotencias. Con esto han acabo las posibilidades de vida en la superficie del planeta, y los últimos humanos viven en colonias subterráneas, pero no les queda mucho tiempo. Sólo días. El paisaje de la tierra es de ruina y miseria, es el cementerio de nuestra civilización.
El capitán Hattheway, jefe de la misión interplanetaria elige Marte como destino, un poco caluroso pero será posible que podamos adaptar la vida humana al cercano planeta, dice su informe.

Marte
Cuando aterrizan en Marte bajo la densa sombra de la oscuridad observan un paisaje muy similar a las ciudades que existían en la Tierra, con la sola diferencia había plataformas de lanzamiento robotizados por todos lados, como para asistir a una evacuación masiva, todo estaba convertido en una amasijo de chatarra, tras miles de años de ser abandonados. Los primeros quince minutos en suelo marciano les permitió constatar que el planea había sido evacuado de emergencia, habían huido de algo inexplicable, pero terrorífico.

No había agua, ni ninguna presencia de otros recursos naturales, todo era destrucción y polvo de hollín oxidado. Aquí es imposible vivir, dijeron al unísono. Para ese momento cada uno tenía retratado el pánico en su rostro.

Los siguientes ocho minutos fueron mucho peor, consumidos por la incertidumbre revelada por un telescopio encontrado en una de las plataformas, en buen funcionamiento, y en el cual encontraron las coordenadas que con el instrumento pudieron ubicar y visualizar el planeta al que habían huido los marcianos.
Iremos tras los marcianos, observemos hacia donde fueron, si ellos se salvaron también nosotros, conversaron entre sí los tripulantes.

Tierra a la vista
Cada uno fue pasando a observar la promesa planetaria encontrada por los marcianos, pero todos se retiraron del telescopio con gestos de espanto. Uno a uno a medida que miraba por los binoculares exclamaba con asombro, no lo puedo creer, es la Tierra.
Los marcianos somos nosotros, no hemos viajado a ningún lugar, sólo hemos vuelto a casa, somos los hijos de este pueblo fantasma, pareció sentenciar al final el capitán Hattheway.

El relato de Phillip K. Dick, no es un hecho improbable, más cuando hoy, aquí en la Tierra muchos apuestan por la validez de esta hipótesis, a tal punto que para los próximos años las agencias espaciales planean enviar a Marte equipos de exploración arqueológica a fin de excavar el suelo marciano en busca de las huellas perdidas en el tiempo de esa otra humanidad que vino a conquistar la Tierra para renacer de nuevo, pero como siempre, para al final siempre terminar perseguidos por la amenaza perenne nuestro propio apocalipsis.

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