Cristian Antonio Cooz. -El Palacio de Buckingham emitió un comunicado este viernes 9 de abril, donde confirma la muerte a sus 99 años del Príncipe Felipe, esposo de la Reina Isabel II y Duque de Edimburgo, lo que allegados a la casa real británica, señalan como «un duro golpe» para la monarca más longeva que ha tenido el Reino Unido.
“Es con gran pesar que Su Majestad la Reina anuncia la muerte de su amado marido, Su Alteza Real el Príncipe Felipe, duque de Edimburgo”, señala el escueto comunicado.
El anunció oficial señala también que Su Alteza Real murió pacíficamente esta mañana (viernes) en el castillo de Windsor. Se harán nuevos anuncios a su debido momento”.
Una larga vida junto a su reina
Felipe vivió más de 70 años al lado de Isabel II, con quien se casó el 20 de noviembre de 1947, cuando ella tenía 21 y él 27.
La conoció en 1939, al inicio de la Segunda Guerra Mundial, cuando el Rey Jorge VI, llevó a la futura Isabel II (entonces con 13 años) y a su hermana Margarita a visitar la universidad naval.
Joven Felipe, niñero de Isabel
Ahí estaba Felipe, un joven espigado de 19 años, enfundado en su impresionante uniforme de cadete de la Real Armada Británica que estaba a punto de enfrentarse a la Alemania Nazi de Hitler.
El Rey Jorge VI lo asignó ese día para entretener a sus hijas Isabel y Margarita mientras él pasaba revista.
Desde entonces comenzaron a escribirse. En plena guerra mundial, una que otra vez pudieron verse en celebraciones oficiales en el castillo de Windsor, el mismo donde él moriría muchos años después.
Cuando terminó la guerra, el Rey Jorge VI aceptó no muy de su gusto que el joven Felipe, un príncipe sin reino y que nunca sería rey, fuera el novio de su hija Isabel.
Así, Felipe Mountbatten y la futura reina Isabel II se comprometieron en matrimonio el 10 de julio de 1947.
Vivieron como una pareja «normal» de la poderosa clase real británica; él oficial naval y ella la hija del rey. Pero en 1952, murió el Rey Jorge VI y la joven Isabel subió al trono.
Tres pasos detrás de ella
Desde entonces, (como dicen los británicos por lo bajo), el príncipe consorte siempre hubo de estar a la sombra de su esposa; tres pasos por detrás de ella.
Y es que de verdad, el rígido protocolo obligaba a que solo fuera una cara bonita al lado de su reina. «Tres pasos detrás de ella», le recordaban siempre.
Felipe tuvo que hacer grandes esfuerzos para su nueva vida. Pasó a ser una especie de adorno costoso. Hubo de renunciar a su religión ortodoxa griega y a su título de príncipe de Grecia (había nacido en el país helénico en 1921 en el seno de una familia noble emparentada con la realeza inglesa); incluso preguntó si podía quedarse como oficial de la marina y la respuesta fue un rotundo No.
En público no podía opinar si su reina no lo pedía; no podía tomar ningún tipo de iniciativa en reuniones con dirigentes mundiales si ella no le hacía la seña oportuna. Y así, siempre vivió a su sombra.
Cuando le informaron que tanto sus hijos, el príncipe Carlos y Ana, llevarían los apellidos de Isabel y no el suyo, Felipe Mountbatten se rebeló.
Cuernos reales
Frustrado, en 1957 hizo un viaje en solitario donde consta que le montó los cuernos a la reina Isabel.
En el viaje de un año, supuestamente fue amante de varias mujeres, entre ellas Zsa Zsa Gabor, la famosa actriz de Hollywood Húngara-Estadounidense.
La reina Isabel II estaba al tanto de todo. De eso se encargaba el servicio secreto MI-6. Pero ella lo entendió.
Entendió que su marido estaba frustrado. Por eso, cuando la reina dio a luz a sus hijos Andrés y Eduardo, su majestad británica accedió a que ambos tuvieran el apellido de su esposo, pese a los consejos contrarios del primer ministro y de los obispos de la iglesia anglicana.
La Reina mandó al cuerno al primer ministro y a los obispos e hizo lo necesario para que su esposo se sintiera mejor en el papel de príncipe consorte.
Lo nombró «Príncipe del Reino Unido» y Felipe fue emisario político y de negocios alrededor del mundo. Incluso en 1962 estuvo de visita oficial en Argentina, país con el cual la Gran Bretaña tendría una guerra 20 años después por las islas Malvinas.
Felipe, fue respetado y así, se adaptó a estar tras la Reina, a desempeñar su papel.
Pero pese a lo impenetrable que es la vida personal de la monarca británica, parece que ella lo amó toda la vida y que en privado, él llegó a tener mucha influencia en ella.
Al parecer, gran parte de las decisiones de la reina, eran idea del príncipe consorte.
«Esto podría matar a la reina» y el despreocupado Carlos llegaría al trono
El Príncipe Felipe, quien solía decir que «no puedo ir a la esquina sin que le siga un policía», vivió el exilio de su Grecia natal, de padres conflictivos, al fin conoció el amor de su vida, pero pese al poder y la riqueza de que estaba rodeado, tuvo que vivir con la frustración de que, quien llevaba los «pantalones» en su hogar era su esposa.
Y aún así la amó; quizás no le fue muy fiel a ella como mujer, pero con sus sacrificios demostró, que siempre le fue fiel a su reina y al Imperio Británico.
La muerte de su esposo, podría ser el golpe mortal contra la longeva Reina Isabel II.
En medios de inteligencia alrededor del mundo, se cree que esto podría matar a la reina y que al fin, el despreocupado príncipe Carlos ascendería finalmente al trono del Reino Unido.