Ciego de celos estranguló a su expareja con alambre de púas y violó el cadáver

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El cadáver de María quedó en el conuco. Foto: NotiExPres24

Cristian Antonio Cooz.-El poeta austríaco Karl Kraus (1874-1936), dijo: el diablo es optimista si cree que puede hacer más malo al hombre; y en casos atroces como el que relataremos a continuación, se evidencian esos desmedidos niveles de maldad que alberga el ser humano. La monstruosidad ocurrió el pasado  23 de noviembre en el caserío Bella Vista, de la parroquia Espino, municipio Infante, cerca de Valle La Pascua, estado Guárico, fue ahí, en un conuco, donde un hombre ciego de celos estranguló a su expareja con un alambre de púas y violó el cadáver ensangrentado.

Al parecer, “el monstruo”, identificado como Teo Armas (39) y su desdichada víctima, una campesina humilde, ingenua y bonachona, de nombre María Rico (23), habían iniciado relaciones 12 años atrás, cuando ella apenas contaba 11 años y el pedófilo criminal tenía 27. Con halagos de serpiente, Teo sedujo a la entonces inocente niña, haciéndola su mujer, supuestamente con el cómplice consentimiento de los familiares de ella.

Según las malas lenguas del pueblo, desde entonces comenzó el infierno para la jovencita. Los lugareños, quienes no quisieron ser identificados, “juraban por un puñado de cruces, que María era prácticamente prisionera de Teo”. No la dejaba ni salir a la puerta del rancho y ni socializar con los vecinos. Al parecer, en sus noches de parranda, Teo decía en el pueblo que “María era de su propiedad privada”.

La bestia rondó la casita durante un mes

Sin duda, la vida de María era esclavizante, sin ningún destello de alegría. Pero eso cambió en 2015, cuando dio a luz a una niña. Ella vivía para su hija y Teo, vivía para celarla de los fantasmas que él mismo se inventaba.

Una sonrisa, un saludo que otro hombre y hasta otra mujer dirigía a María las pocas veces que alían a la calle, era motivo para que Teo se volviera loco y le propinara brutales palizas. Pero como “tanto da el cántaro hasta que se rompe, ella se hartó, se armó de valor por tantos años de abuso y apoyada por unos familiares, dejó a Teo. Le obligó a irse de la casa, amenazándolo con denunciarlo a la policía”, según relató otro vecino del pueblo.

Desgraciadamente, todo terminaría en una tragedia espeluznante, cuando Teo, ciego de celos estranguló a su expareja con alambre de púas y violó el cadáver.  Impotente ante la determinación de acero de María y sorprendido porque ella le desafiara abiertamente, Teo decidió largarse, no sin antes vomitar la archiconocida amenaza de los potenciales homicidas celosos: ”sino eres para mí, no eres para nadie”.

Por un mes, de día y de noche, la bestia rondó la casita donde vivía su ex mujer. Aconsejado quizás por los demonios de los celos y arrebatado por sustancias tóxicas, aullaba por venganza, pero más aun, quería poseer el objeto de sus enfermos deseos.

La muerte en el conuco

Así, una tarde en que la atribulada maría estaba en el conuco recogiendo mazorcas de maíz para la cena, Teo la miraba desde donde la acechaba babeando y moqueando, con los ojos inyectados de sangre y el rostro desfigurado por la maldad.

En un instante, Teo saltó sobre la desdichada María. Ella luchó, pero la bestia la golpeó atrozmente hasta hacerla desmayarse. Luego, tomó un alambre de púas oxidado, se lo pasó por el cuello y apretó con furia. La víctima agonizante reaccionó debido al terrible dolor que causaban las púas al desgarrar su piel, tratando de salvarse, pero fue en vano. Su tráquea se quebró, muriendo inexorablemente en el conuco.

Para rematar su maligna obra, Teo desnudó el cadáver y practicó la necrofilia. La violó ya muerta. Jadeante y convertido en un demonio, huyó de la escena del escalofriante crimen. El hecho se conoció pronto en todo el pueblo y en Valle La Pascua. Hombres y mujeres se armaron con picos, palas, piedras y otros objetos para dar caza a la bestia infernal.

La poblada enardecida lo consiguió oculto en una casa, pero nadie lo tocó. Teo se había bebido un pesticida para suicidare, pero el veneno actuó lentamente. Pegando gritos desgarradores de dolor, pedía ayuda, pero la poblada muda, lo atravesaba con las miradas de desprecio de cientos de ojos, testigos de cómo se moría.

Cuando llegó la policía lo trasladaron todavía aullando de dolor hasta el hospital Dr. Rafael Zamora Arévalo de Valle La Pascua, donde murió al ser ingresado pegando un postrero aullido espantoso que retumbó en todo el hospital. ”A esta hora debe estar en el infierno”, exclamó un vecino conmocionado al conocer los escabrosos detalles del crimen perpetrado por Teo, el hombre que ciego de celos estranguló a su expareja con alambre de púas y violó el cadáver.

cristiancooz@gmail.com