Por: Cristian Antonio Cooz.-“A mí me gustó La Guardia Blanca, es bueno que se sepa que no vencimos a monigotes en la batalla por Ucrania». Ante esta afirmación del todopoderoso y maligno dictador ruso Iosif Stalin, respondió solícito el rastrero Guénrij Yagoda, el malvado jefe de la Policía Secreta NKVD “Sí camarada Stalin”.
Ante ellos, en el despacho del Kremlin, vulnerable, pálido y solo, temblaba de pie Mijaíl Bulgákov, el autor de la novela de 1924 La Guardia Blanca. El dictador Iosif Stalin, explicaba que le gustaba sobre todo el final de la obra, porque ganaban los Bolcheviques y le arrebataban Ucrania a los guardias blancos, quienes luchaban por verse libres de la plaga roja comunista.
El escritor, harapiento y con el estómago rugiendo de hambre, estaba ahí porque en un arrebato de desesperación se atrevió a escribirle a Stalin, quejándose de que él y su familia iban a morir de hambre porque los teatros se negaban a montar sus obras por miedo a represalias. Ahora, ante Stalin y su perro cancerbero, el “jala bolas” (término venezolano para los aduladores desmedidos), Yagoda, el pobre de Mijaíl Bulgákov dudaba de que aquello hubiera sido buena idea “me van a mandar a Siberia”, pensaba.
Aun así, mientras estrujaba nervioso su roído sombrero ante el implacable Stalin, Mijaíl Bulgákov logró que el despiadado líder ruso ordenara al sangriento y servil Yagoda le diera las botas a él para que botara los zapatos rotos que llevaba. Yagoda nunca le perdonaría a Bulgákov que lo dejara descalzo.
Bulgákov se salvó de terribles torturas y una muerte segura porque sencillamente su valor, producto de la desesperación, le agradó a Stalin. Tal como sus personajes de La Guardia Blanca (la familia Turbín), tuvieron la entereza de enfrentarse a los rojos durante la Revolución Rusa de 1917 (los Turbín con las armas y Bulgakov con las letras), aunque no pudieran vencer a los rusos.
Al Gulag por desmayarse
Pero ese día, Stalin dejó ganar a Bulgákov. El dictador tomó el teléfono y llamó directamente al director del Teatro de Moscú para ordenarle montar las obras de Bulgákov. Stalin se quedó hablando solo. ¡Aló, aló, contésteme!- ordenó. Del otro lado de la línea, el director del teatro se había desmayado. Stalin dijo con voz queda e inquisidora: “Yagoda encárgate”. Huelga decir que al pobre director del teatro lo llevaron a trabajos forzados en un Gulag por desmayarse y dejar hablando solo a su máximo líder.
En cuanto al autor de La Guardia Blanca, mejoró un poco su situación. Pese a que el jala bolas de Yagoda logró posteriormente conseguir el diario personal de Bulgákov, donde el escritor plasmaba severas críticas al régimen de terror de Stalin, nunca fue preso o asesinado. Parecía que a Stalin le gustaba jugar a tenerlo aterrorizado.
Bulgakov pudo respirar un poco más tranquilo cuando el temible verdugo, jefe de la infame policía secreta NKVD (antecesora de la KGB) Guénrij Yagoda también fue víctima del monstruo de la Gran Purga que ayudó a crear por órdenes de su amo Stalin. A Yagoda se le acusó de traición y de conspirar contra el gobierno. Pese a que en su último pseudo juicio de 1938 se lanzó al piso de la sala, implorando patético (con lágrimas y mocos que inundaban su rostro) que Stalin le perdonara la vida…no obtuvo tal perdón, olvidando cobardemente el dicho de que “verdugo no pide clemencia”. El despiadado Yagoda fue ejecutado en el paredón en marzo de 1938, tal como él había hecho con decenas de miles de sus víctimas.
Ucrania, La Guardia Blanca, Bulgakov y Yagoda
Hoy por hoy, en el año 2022, cuando Ucrania se encuentra amenazada nuevamente en su existencia por una invasión rusa, es muy oportuno recordar a los valerosos Guardias Blancos de los que escribió Mijaíl Bulgákov.
Los Guardias Blancos, una mezcolanza de nacionalistas, monárquicos, campesinos, políticos de derecha, contrarevolucionarios, algunas veces pro-zaristas, y siempre enemigos de los Bolcheviques, siempre lucharon contra el Ejército Rojo comunista, tratando de obtener una libertad bien merecida luego de tantas desgracias e invasiones.
Ucrania… la desdichada Ucrania, ocupada por Rusia una y otra vez, cuyo comunismo “rojo rojito” la sometió luego de la Revolución Rusa de 1917, le infligió uno de los más brutales genocidios de la historia como lo fue el Holodomor (Matar de Mambre en ucraniano) de 1933 donde a causa de la colectivización de la tierra perecieron de inanición al menos 12 millones de seres humanos; Ucrania, la víctima de Stalin, de la Revolución Roja, de la URSS, la eterna víctima de Rusia, se niega a sucumbir de nuevo ante el persistente espíritu de la dictadura rusa.
Como es sabido, las ansias de autodeterminación del pueblo de Ucrania, que ha temido, teme y temerá (con razón) a Rusia, fue más fuerte desde la caída de la Unión de Repúblicas Soviéticas URSS de la cual Rusia era la cabeza; por lo cual, Kiev ha procurado desde entonces (sobre todo desde 2012) acercarse a occidente (EE.UU y la OTAN) para salir de la esfera de influencia de Moscú.
Esto es lo que no quiere el actual dictador ruso Vladimir Putin. El amo de Moscú desdeña la libertad total de Ucrania, por lo que, tal como un marido abusivo, amenaza con destruirla, vapulearla, someterla y castigarla nueva mente por pensar siquiera sacudirse el eterno yugo.
Ya Vladimir Putin en 2014 demostró de lo que es capaz al invadir la península de Crimea, hasta entonces parte de Ucrania. Fue una descarada invasión al mejor estilo de la Segunda Guerra Mundial. Desde ahí, Rusia avivó las llamas de la guerra apoyando a los separatistas en la llamada guerra del Donbass al este de Ucrania, lo que ha dejado miles de muertos.
Hasta este 2022, cuando Ucrania, estaba cerca de tener una alianza con la OTAN, la Unión Europea y EE.UU, Rusia decide que eso no sucedería. Se desataron los vientos de guerra en la encrucijada entre Oriente y Occidente, pero el espíritu de los Guardias Blancos le hace frente nuevamente a los Rusos.
Los Guardias Blancos, hombres y mujeres comunes, que luchaban por liberarse del yugo ruso, Los Guardias Blancos cantados por Mijaíl Bulgákov en su novela La Guardia Blanca, en 2022, luchan nuevamente; hacen frente otra vez al espíritu de Stalin y del verdugo jala bolas Guénrij Yagoda (cuyas fotos históricas aparecen este 2022 por todas las comisarías rusas de Vladimir Putin), sin importar las consecuencias. La Guardia Blanca está lista de nuevo para batirse contra el abyecto comunismo rojo, para luchar por Ucrania. ¡A mí me gustó la Guardia Blanca!