¡Furia vengadora! Papá exterminó a tiros a secuestradores de su bebita y la rescató

2952

Cristian Antonio Cooz.-Una pareja de viles secuestradores atacó a golpes, patadas y cachazos a una madre para arrancarle su bebita de 4 años de los brazos. Los atacantes (una mujer y un hombre), huyeron con la pequeña para venderla al mejor postor.

Los diabólicos seres subieron con la bebé a un carro March de color blanco con logos de la empresa ‘Cafeino’ y salieron picando cauchos por la Avenida Alta Tensión, Colonia Catarranas de Cuernavaca, Estado de Morelos, México.

Atrás quedó la atribulada madre. Sangrando, y llorando desgarradoramente, pidiendo auxilio tirada en el suelo.

Muchos de los presentes usaron sus celulares para llamar a la policía al enterarse de esa monstruosidad que partía el alma en cuadritos.

Despreciables bichos

De entre la multitud emergió un hombre común, el esposo de la madre y padre de la bebé que había ido a buscarlas.

Luego de sacudir a su esposa y darle una bofetada para que reaccionara y le dijera en qué carro huyeron los secuestradores de su hijita, ella, como tocada por un rayo de lucidez, le dijo el modelo, color y hasta placas del vehículo.

El papá subió a su carro Volkswagen Beetle y arrancó como si condujera un bólido. Ya que las personas suelen hacer cosas extraordinarias si son llevadas al borde del abismo, este hombre condujo como nunca lo había hecho.

Testigos que lo vieron pasar en su pequeño Volkswagen, diría más tarde que fue impresionante. Se pasó dos altos, colándose entre un camión y otros vehículos que casi lo chocan. «Era como si fuera James Bond al volante», dijo alguien.

Adelante, iban a marcha rápida, pero confiada, los criminales bichos despreciables y hediondos a muerte. Reían celebrando su «hazaña».

Golpeaban a la bebé para que se callara

La mujer en el asiento del copiloto, golpeaba sin piedad a la pequeña niña para que parara de llorar y de llamar a sus padres para que la rescataran de las garras de aquellos subhumanos.

Si la pareja de secuestradores hubieran sabido de la furia vengadora que se les venía encima, se habrían chorreado los pantalones.

Al fin, el Volkswagen acortó la distancia. Con sangre fría, el padre de la bebé chocó con agilidad el costado del March, haciendo que el secuestrador perdiera el control, yendo a estrellarse contra un objeto fijo.

Sacó por los pelos al secuestrador

Con la determinación inquebrantable de un robot, en un segundo, el padre de familia, llevando un arma en la mano derecha, se paró frente al March y antes de que el secuestrador pudiera reponerse, le disparó através del parabrisas, alcanzándolo en el hombro derecho.

La vil mujer a su lado, quedó petrificada por el miedo y la sorpresa, abrazando fuerte a la bebé secuestrada a manera de escudo.

Todo fue muy rápido. Una secuencia de acontecimientos de los cuales, muchos detalles importantes no recordaría más tarde el atribulado padre.

Lo cierto fue que luego de dispararle al secuestrador, fue, abrió la puerta del conductor y lo sacó arrastrándo por los pelos. El secuestrador maldecía y chillaba, pero el papá indetenible, le dijo: «no-secuestres-niños». Cada una de esas palabras fue remachada con su correspondiente y sonora bofetada

Al verse en las manos de aquel papá vengador, el secuestrador maltrecho dejó de ser machito e imploró por su vida. Pero el papá le negó la piedad que él tampoco había tenido con sus víctimas.

El papá lo pateó en la ingle, le dió de cachazos y finalmente, le pegó un tiro en la pierna derecha, antes de descerrajarle un plomazo en el pecho.

El criminal murió chillando como un cobarde. A su lado quedó el arma que usó para secuestrar a la bebé y golpear a su madre.

Ahora, la furia del papá se enfocó en la secuestradora que estaba paralizada en el asiento del copiloto. Con pie de plomo, como si fuera Terminator con el arma humeante en la mano se le acercó y le dijo imperativamente: «dame a mi hija».

Se despojó de la moralidad y la piedad humana

Aterrorizada hasta el extremo, la mujer temblorosa entregó a la bebé; pero luego, al escuchar el ruido de las sirenas a lo lejos, se envalentonó, ¡craso error!

Esgrimiendo un cuchillo, le escupió al papá, más o menos lo siguiente: «méteme presa maldito, pero mataste a Lauro, te vamos a seguir a tu familia y a tí. A mi me sacan».

El padre de la bebé le habría respondido con frialdad: «bruja, ya nunca volverás a dañar a ningún niño». Se despojó de su moralidad, de su humanidad y se dispuso a exterminar a aquella bestia con apariencia humana.

Apretó a su hijita contra su hombro para que no viera. Apuntó la mujer a la cabeza y esta peló los hojos aterrorizada. Ella solo alcanzó a gritar un nooooo y pronto se escuchó el pummmm.

El papá de la bebé le metió un tiro en la cabeza. La secuestradora cayó inerte, desarticulada. Se ganó su boleto gratis al infierno.

Luego, el papá se sentó abrazando a su pequeña. Los dos temblaban de miedo. Pero el papá no quiso huir.

La policía llegó literalmente detrás de la ambulancia, cuando todo había pasado.

El malvado secuestrador fue identificado como Lauro Fernández y la mujer no había sido identificada, pero se supo que era la pareja sentimental de Lauro.

La policía se llevó detenido por averiguaciones al papá vengador. Como al lado de cada cadáver se encontró un arma, trascendió que hasta el abogado más chimbo, podría demostrar que el papá los mató en defensa propia y para salvar a su bebé, por lo que ningún juez lo condenaría a prisión.

Mientras tanto, los secuestradores seguramente estarán siendo atendidos por un «comité de bienvenida» en las mazmorras más oscuras y hedioda de los infiernos.

Pues como dijo el poeta latino Horacio: La justicia, aunque anda cojeando, rara vez deja de alcanzar al criminal en su carrera.