Análisis de conflicto. Flota de EE.UU con una «daga rusa» al cuello por presencia iraní en Venezuela

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Cristian Antonio Cooz.-La flota de EE.UU desplegada en el mar Caribe para la lucha contra el narcotráfico, o cualquier task force futura, tendría un Kinzhal (daga en ruso) al cuello, dado que Irán, habría dotado recientemente a Venezuela con una variante de este poderoso misil hipersónico, así como de otros sistemas similares.

Esta es la explosiva información que manejan el servicio secreto británico MI6, la CIA norteamericana, el Mossad israelí y la DGSE francesa.

Según estas agencias de inteligencia, los vuelos de aviones de la aerolínea iraní Mahan Air a Venezuela durante abril y mayo de 2020, no solo serían para trasladar personal califiicado que puedan recuperar las maltrechas refinerías, si no, llevar componentes de misiles antibuque que desde hace meses están en el país caribeño.

De ser cierto esto, que los iraníes posean una variante del misil ruso balístico de lanzamiento aéreo hipersónico Kh-47M2 Kinzhal, presentando al mundo por Vladimir Putin a inicios de marzo de 2018, la flota estadounidense estaría en grave aprieto.

Expertos militares han catalogado los misiles hipersónicos antibuque como «armas relativamente baratas y asesinos de portaaviones».

El Kinzhal, tiene un alcance de 2.000 kilómetros y vuela a 10 veces la velocidad del sonido (match 10). Según Putin, su trayectoria aerobalística es capaz de burlar cualquier escudo antimisiles.

De ser verdad que este misil tiene todas esas características y que Irán lo llevó a Venezuela, la flota estadounidense ¿está en un gran aprieto? ¿No podrían acercarse a menos de 2.000 kilómetros de la costa venezolana sin serias consecuencias?

Usar a Venezuela

Irán quiere venganza. Desea asestar un duro golpe a EE.UU que no sea nuclear luego que Washington matara al general Quassen Soleimani usando drones el 3 de enero de 2020.

Según la comunidad de inteligencia aliada, Irán quiere usar cualquier sistema de misiles, viejo o de última generación para «cortarle el cuello a la flota» de Estados Unidos en el Caribe.

Teherán está consciente de que si Venezuela logra la proeza de hundir un solo buque de guerra norteamericano (aunque sea un barquito pesquero) eso conllevaría a una invasión inmediata.

Pero eso no le importa a Irán. La idea es golpear fuerte, vengarse, y luego, Caracas que pague el precio.

El plan macabro

El plan de Irán sería simple. Como una tormenta de fuego y acero, lanzar todos los misiles que Venezuela tenga en funcionamiento contra la flota estadounidense.

Eso implicaría conocer (con ayuda de satélite chinos, rusos o propios drones iraníes) la posición exacta de su enemigo.

Posteriormente, pilotos venezolanos en Su-30, serían echados al aire para buscar la mejor posición de lanzamiento de tres o custro misiles Khinzal contra la flota norteamericana.

Aparte de eso, otros Sukhoi serían dotados con misiles antiradar ruso Kh-31 para que «llovieran» sobre la flota norteamericana.

Estos misiles rusos (de los cuales Caracas posee 80), tienen un alcance máximo de 250 kilómetros y vuelan a match 3, es decir, tres veces la velocidad del sonido.

El mando iraní (siempre según los servicios secretos occidentales), saben que se perderían los Su-30 venezolanos, pero creen también que un ataque por saturación de misiles hipersónicos (Kinzhal) y supersónicos (Kh-31 y otros), podría tener grandes probabilidades de éxito.

Es por esto que los iraníes, para armar bien su plan, habrían trasladado a Venezuela sus misiles de fabricación propia,

La verdad y las «cobas» sobre el Kinzhal ruso

Lo cierto es que para desbaratar el plan iraní, EE.UU cuenta con muchos medios. Sobre todo el de la información.

Y el Pentágono sabe, que la «daga rusa» Kinzhal, no es todo lo que dice Moscú. Primero: es un misil balístico, no puede atacar directamente a una flota. Es decir, no puede ser disparado desde su avión (Sukhoi o el que sea) y llegar en línea recta a la flota a match 10 para volatilizarla.

El misil balístico (como los misiles nucleares intercontinentales ICBM), salen al espacio exterior donde alcanza su máxima velocidad al no haber fricción del aire en el vacío espacial. Esto se llama, velocidad orbital.

Segundo: en su reentrada a la atmósfera (pese a lo que dice la propaganda rusa), pierde velocidad al poseer un motor cohete de combustible sólido y no un scramjet, que sí necesita oxígeno como el estatoreactor del avión más rápido del mundo, el Lockheed SR-71.

Esa coba (como dicen los venezolanos), de que el Kinzhal puede ir directo al blanco a Match 10, hacer piruetas para evadir radares enemigos y caer sobre una flota naval en movimiento; es solo eso, una gran mentira.

Tercero: según las leyes de la física, con la tecnología actual, si un misil balístico (que describe una parábola de salida y reentrada), quiere hacer «figuritas» para evadir radares, a esa velocidad, quedaría hecho pedazos.

Los servicios secretos occidentales saben que muchos países se han dejado impresionar por la formidable propaganda de armas rusas, y que a países como Irán, solo les interesa golpear o probar golpes contra EE.UU en otros escenarios, lejos de su territorio. Como quieren hacer en el Caribe.

Lo mismo pasa con el misil iraní, Fateh-110. Misil balístico superficie-superficie disparado desde tierra; alcance 200km y velocidad match 3, de los cuales, Irán ha llevado al menos media docena a Venezuela, según los servicios secretos occidentales.

El Fateh 110 fue el mismo misil utilizado por Teherán en enero de 2020 para atacar las bases estadounidenses en Irak como venganza por la muerte del general Quassem Soleimani por drones de EE.UU.

Misiles antibuque de Venezuela

La verdad es que para la flota estadounidense, la verdadera «amenaza» sería «una lluvia» de misiles Kh-31 Krypton, Brahmos (de producción ruso-hindú), y los Otomat. (Italo- francés), este último de corto alcance y parecido al Exocet. Con esto se buscaría saturar las defensas de la flota basada en el Aegis o «escudo de los dioses».

Otro de los misiles que supuestamente Irán ha llevado a Venezuela en abril de 2020, camuflado en vuelos civiles de la aerolínea «Mahan Air» serían los crucero subsónicos «Noor», de 160 km de alcance. Una copia de los misiles chinos C-802.

Estos misiles lanzados por Hezbolá en la costa del Líbano, fueron los que el 14 de julio de 2006 impactaron la moderna corbeta israelita «INS Hanit. El misil fue lanzado desde un camión militar disfrazado de camión civil.

Pero el misil antibarco más peligroso de estos que poseería Venezuela, sería el Brahmos. Este sí que va directo hacia su objetivo, volando en «jauría» con otros iguales a él, a ras de las olas y a una velocidad de 2.8 match y alcance de 290 kilómetros. Puede ser disparado desde bue ques, aviones y desde tierra.

Por su parte, China habría dotado a Venezuela de su misil antibuque supersónico YJ-18 (copia del Kalibr o Club-K ruso), que alcanza una velocidad de match 2 y tiene un alcance de 200km. Puede ser lanzado desde las fragatas venezolanas.

La cosa se complicaría si Rusia dota a Caracas de su misil de crucero hipersónico Zircon, «asesino de portaaviones». El Zircon ruso es lanzado directamente contra objetivos terrestres o navales a match 8 (9.800 km/h).

Aunque Rusia siempre ha deseado que Venezuela hunda un portaaviones norteamericano para probar su misil hopersónico, fuentes de inteligencia no creen que el Zircon sea la maravilla que dice Moscú. Es decir, que sea un misil crucero de match 8, que vuele a ras del agua, en «jauría» e indetectable por radares.

Todos estos misiles antibuque, puede que sean dispares, pero integrados en un solo sistema global, representarían una grave amenaza para una Task Force estadounidense en el Caribe.

La cuestión es, que los buques y aviones venezolanos tengan la mínima oportunidad de disparar sus misiles Kinzhal, Kh-31, Brahmos, YJ-18, Noor, Fateh-110 y Otomat contra una la flota norteamericana.

Si es bien cierto que los buques y aeronaves norteamericanas y aliadas deberán enfrentarse a una de las mejores defensas antibuque y mejores defensas aéreas del continente en su posible ataque a Venezuela, también lo es que existen protocolos y estrategias para lidiar contra los misiles antiaereos y antibuque que lance la Fuerza Armada Bolivariana o los iraníes.

Caracas cuenta con sistemas de misiles antiaéreos tales como los rusos BUK M2E; los viejos Pechora 2M; el formidable S-300 y los portátiles Igla-S, de los que cuenta con unas 5 mil unidades.

También el ejército venezolano posee los misiles suecos RBS-70, lanzados desde trípodes.

Los Wild Weasel (comadrejas salvajes)

Para destruir la amenaza que representan los misiles antibuque venezolanos en un hipotético conflicto, EE.UU, lanzaría una lluvia de misiles de crucero Tomahawk contra las bases aéreas y navales.

Muchos misiles se perderían en el muro de defensa aérea venezolano, pero la mayoría destruirían las pistas e instalaciones. Los Sukhoi y demás aviones cazabombarderos que despegaran, no tendrían donde volver.

Para lidiar con la cortina de misiles antiaéreos, precediendo los demoledores ataques aéreos, irían las «Comadrejas Salvajes» (Wild Weasel). Estas aeronaves de interferencia electrónica de EE.UU serían los F18 Growler en su versión EA-18G, cuya misión es utilizar sus contenedores de contramedidas electrónicas para cegar, «freir» o suprimir físicamente los radares enemigos con ataques de misiles antiradar de alta velocidad.

Los Growler protegerían así los escuadrones de caza F-18, F22 y F35 y drones MQ1 Predator y RQ4G Global Hawk, encargados de hacer trizas los Sukhoi y compañia que estuvieran en el aire (con intención de atacar la flota o para combate de «pelea de perros») y para terminar de rematar las defensas aéreas y otras instalaciones de objetivo militar.

Hasta aquí, el conflicto se libraría con sistemas de misiles antiaéreos, antibuques, superficie-tierra, bombas inteligentes, guerra electrónica y combates aéreos.

Es un escenario posible, de caos controlado por parte de la maquinaria de guerra norteamericana y aliada, pero que también sufriría pérdidas importantes.

Este seríael hipotético escenario inicial de desencadenarse el conflicto por Venezuela donde occidente se jugaría sus intereses geoestratégicos contra los de fuerzas iraníes, chinas y rusas. Sería la guerra de la democracia contra el comunismo del siglo XXI.

Lo cierto es que, hasta ahora, los iraníes en Venezuela, siguen amenazando a las fuerzas de EE.UU poniéndoles una daga Kinzhal al cuello.