Cristian Antonio Cooz. -Su verdadero nombre es Abraham, pero es más conocido como Avi, Avi Loeb, el renombrado astrofísico de la Universidad de Harvard que celebró el pasado 3 de febrero el gran lanzamiento mundial de su libro «Extraterrestre», donde reafirma su convicción de que en el supuesto asteroide Oumuamua descubierto en 2017, es un artefacto de una civilización alienígena.
Avi Loev, estadounidense de origen israelí, escribió «Extraterrestre», (editorial Planeta, 2021), para recalcar sus serias creencias en que el asteroide Oumuamua, es una especie de nave de tecnología de una civilización interestelar. Como mínimo, es una baliza, una sonda enviada a recabar datos, o basura espacial de una civilización extraterrestre.
En su libro, Loev esgrime las razones que lo llevaron a creer que Oumuamua es más que un asteroide, razones por las cuales se vio enfrentado a sus colegas, por más prestigio que tiene en el círculo científico.
Respetables credenciales, no un buscador de likes
Antes de exponer las razones de Loev, el lector debe saber que definitivamente no es un «youtuber» ni un buscador de likes con videos de ridículos retos, ni tampoco es dado a inventar historias de hombrecillo verdes.
Loev es nada más y nada menos que Catedrático de Astrofísica de la Universidad de Harvard, donde dirige la Iniciativa Agujero Negro, además es miembro del Consejo de Asesores de la Presidencia de los Estados Unidos en Ciencia y Tecnología. Ha publicado 5 libros y más de 800 artículos; en 2012 la revista Time lo eligió como uno de los investigadores más influyentes del mundo.
Llega un explorador alienígena
En las páginas de su libro «Extraterrestre», Loev profundiza en detalles sobre la llegada de Oumuamua.
Era el 19 de octubre de 2017, y el astrónomo Robert Weryk del Observatorio Haleakela situado sobre ese volcán extinto en la isla de Maui, en Hawái, vio algo raro a través del telescopio de la red de Sondeo Panorámico y Sistema de Respuesta Rápida (Pan-STARRS1).
Era «algo» que entraba al Sistema Solar a gran velocidad, procedente de otro sistema estelar.
Luego de varias mediciones y complicadas observaciones, los científicos bautizaron al objeto como Oumuamua, «explorador» en hawaiano.
Dada la enorme distancia de 32 millones de kilómetros de la Tierra y su ángulo de entrada, se confirmó que en efecto era el primer objeto interestelar jamás detectado.
El objeto resultaba del todo raro. No era como un cuerpo irregular o esférico… ¡era alargado y plano! Semejante a una nave interestelar.
Tras analizar el objeto, durante once días, el astrofísico de Harvard Avi Loeb, de mente científica muy abierta, llegó a una conclusión inesperada: aquello era un artefacto fabricado por una inteligencia extraterrestre.
Para Loev, no había duda; Oumuamua era la primera señal de inteligea extraterrestre en visitar el sistema solar.
¿Pero por qué esa conclusión?
Loev defendió su polémica afirmación ante la comunidad científica con tres principales razones, siendo la primera, la forma inusual de Oumuamua que lo descartaba como coneta u asteroide.
La segunda razón fue que su brillo al pasar cerca del sol, era 10 veces más potente que cualquier objeto asteroidal sin llegar a tener cola o el brillo cegador de un cometa cuando desprende material de su núcleo. El objeto brillaba como lo haría el metal bañado por los rayos del sol.
Tercero y más importante, cuando Oumuamua llegaba cerca del sol, cambió de dirección brusca y antinaturalmente, como si fuera un objeto gobernado por alguna inteligencia alienígena.
Loev los mandó al cuerno muy amablemente
Este cambio de rumbo fue lo que Loev interpretó como la prueba definitiva y aunque algunos científicos le habrían recomendado que se retracrara de»tan extravagante teoría para salvar su reputación», Loev los mandó al cuerno, pero muy amablemente.
No sólo no se retractó, si no que ahora lo reafirma en su libro «Extraterrestre» y proporciona más información al respecto.
Oumuamua se desvió cerca de 1,0% de su rumbo, sin que para ello hubiera sido responsable la fuerza de gravedad del sol (que lo atraía hacia una muy predecible dirección), o algún evento de desgasificación o de otra naturaleza dentro del mismo objeto.
Explica Loev, que ese 1,0% parece poca desviación, pero no lo es.
Destaca Loev que su teoría es muy seria, sin importar lo que digan los científicos conservadores o los extremistas que creen en la vida extraterrestre. Él afirma basarse en el método científico sin miedo al estudio de esa línea de investigación.
Está en una especie de punto medio entre los científicos que se cierran a nuevas ideas como en la Edad Media y los charlatanes que lo creen y hacen creer todo.
Hay quienes no quieren mirar por el telescopio de Galileo
En su afán de búsqueda de la verdad, ha hecho declaraciones a varios medios internacionales donde lamenta que metafóricamente, la ciencia de hoy, como la religión del renacimiento, «se nieguen a ver por el telescopio de Galileo».
«Yo no anuncio directamente la existencia de vida extraterrestre, lo que digo es que existen suficientes anomalías en Oumuamua como para abrir nuestros ojos», recalcó.
Lamentó que algunos ridiculicen a los científicos que tienen ideas y líneas de investigación diferente a la ortodoxa.
Sobre Oumuamua, destaca que puede que no sea una nave alienígena tripulada, pero que como mínimo, sería un desecho tecnológico de alguna civilización avanzada y tal vez, sólo tal vez, ta extinta.
Avi Loeb comparó a Oumuamua con las sondas terrestre Voyager. Estas, que ya salen hacia el espacio interestelar, y cuando dejen de funcionar definitivamente, serán reliquias muertas, basura espacial producto de nuestra tecnología. Lo mismo podría ser Oumuamua.
En definitiva, para Avi Loeb no hay duda: Oumuamua es el primer signo de la existencia de una civilización extraterrestre que ha cruzado por nuestro sistema solar.