Caín y Abel: envidiosa joven de 21 mató a su hermana de 15, dejando que antes la violara un sujeto de 41 años

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Cristian Antonio Cooz. – «Desgraciadamente la historia bíblica de Caín y Abel sigue vigente, anidada como serpiente ancestral en la humanidad», por lo que de vez en vez ocurren casos como el que a continuación relatamos, donde una joven envidiosa de 21 años asesinó a su hermanita de 15, dejándola antes a merced de un depravado sujeto de 41 años para que este la violara.

El escalofriante caso ocurrió en Maturín, estado Monagas, Venezuela, el pasado viernes 3 de septiembre.

Ese nefasto día por la tarde, luego del homicidio, la fría y maquiabélica chica de nombre Alexandra Figuera Ochoa de 21 años, llegó a su casa pegando gritos para que todos los vecinos también escucharan.

Lágrimas de cocodrilo

Con una actuación digna de un Óscar de la Academia, Alexandra lloró «lágrimas de cocodrilo» (dicho nacional por la misteriosa tendencia de los cocodrilos a soltar lágrimas mientras se comen su presa), y hasta se hizo la desmayada.

Contó Alexandra con convincente falsedad reptiliana, que estaba paseando con su querida hermanita Ana Gabriela Figuera Ochoa(15) por las orillas del río Morichal, cuando esta se resbaló y cayó a las aguas, siendo arrastrada río abajo.

De inmediato, se llamó a los bomberos y a la Policía Científica, Per también se armó una cuadrilla de vecinos, familiares y amigos para rastrear a la adolescente en el río Morichal.

Muchos recelaban de Alexandra

Durante las labores de rastreo de las autoridades y vecinos, tratando de encontrar el cuerpo en el río, muchos familiares y amigos, no se atrevía a exteriorizar sus sospechas, por lo escalofriantes que resultaban, pero…

Mientras Alexandra se hacía la enferma por el dolor de la pérdida de su hermanita Ana Gabriela, crecía la duda. Todos sabían la envidia que ella le tenía a Ana Gabriela y cómo la trataba. Aquello de verdad se estaba como pareciéndose mucho a la historia de Caín y Abel.

Estrangulado y arrojada al río

Al fin, los bomberos encontraron el cuerpo de Ana Gabriela flotando en el río. El cadáver fue llevado a la morgue, donde los curtidos forenses determinaron sin temor a dudas, que aquella jovencita no se había caído al Morichal… fue violada, estrangulada y luego su cadáver fue arrojado deliberadamente al río.

Con esos datos escalofriantes, los agentes del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas Cicpc Delegación Maturín, fueron a por la testigo; fueron a por Alexandra.

Se transformó el rostro de la hermana asesina

Aunque parezca mentira, para pocos familiares y vecinos fue una sorpresa cuando el Cicpc se llevó a Alexandra como sospechosa por la muerte de su hermanita Ana Gabriela.

Hasta el momento de ser trasladada, Alexandra (según vecinos), seguía derramando lágrimas de cocodrilo, jurando que era inocente.

Pero en la delegación, ante las evidencias y pruebas contundentes, el rostro lloroso de Alexandra se transfiguró como en el de una bruja perversa, vomitando la aterradora realidad.

Reveló presuntamente con frialdad y desprecio en sus ojos, como había llevado bajo engaño a su hermanita Ana Gabriela al río Morichal y que una vez allí, de entre los matorrales salió su cómplice en el asesinato: un tal Robert Alexander Arangol Rodríguez de 41 años de edad.

Este Alexander, también apodado El Varón, había estado acosando a la quinceañera desde hacía tiempo, pero ella presuntamente lo despreció en varias oportunidades por «viejo baboso».

Así que, obsesionado, este sádico planeó violar a Ana Gabriela y para llevar a cabo su plan, se alió con la díscola Alexandra, sabiendo de la envidia que está le tenía a su hermanita, así que se montaron la emboscada.

Alexandra confesó al Cicpc que ella y Alexander, habrían golpeado a la quinceañera y que una vez en el suelo, ella contempló con sadismo como el feroz criminal la violaba mientras su hermanita suplicaba por la piedad que no obtuvo.

Luego de esa monstruosidad, ambos, Alexandra y Alexander, la estrangularon y la arrojaron su cadáver al río Morichal.

Lo demás, sería cuestión de fingir un accidente y nadie les descubriría.

La verdad era que este par de criminales, se olvidaban que así como el Altísimo vio lo ocurrido con Caín y Abel en los albores de la humanidad, así había presenciado aquello, pero dejaría que la justicia humana se hiciera cargo. Ya le tocaría el turno a la justicia divina.

Así, este caso que los habitantes de Maturín han comparado efectivamente con la ancestral historia de Caín y Abel y que ha conmocionado a todo el estado Monagas, fue resuelto por el Cicpc.